Este domingo 25 de Agosto teníamos una cita con la Feria del Vino y el Queso en Coyoacán. Aprovechamos además que ese día sería de Ciclotón, así que convocamos a todos por las redes sociales, lamentablemente varios nuevamente se quedaron sin poder participar porque había que imprimir sus entradas para la Feria, parece que varios lo dejaron al último y desde varios días antes en la página del evento se leía la leyenda «Entradas Agotadas».
Fue un día de muchas caras nuevas y también de nuestros amigos que llevan antigüedad en el grupo, lo que nos dio gran gusto. Nos acompañamos desde los cuarteles de BiciGourmet (Pilares y Pestalozzi) hacia Patriotismo y Holbein para de ahí comenzar el ciclotón. Establecimos puntos de reagrupamiento para que los que quisieran meterle velocidad lo hicieran y nos esperaran cada ciertos kilometros. Fue bastante bueno ver cómo varios de los que generalmente nos acompañan tienen ya un nivel bastante bueno, no en vano les ha servido rodar con los distintos grupos ciclistas entre semana por la noche.
Sin embargo había algunos que apenas estaban realizando su primer ciclotón, así que los puentes de Churubusco les pasaron factura, son una muy buena aduana que seguramente en uno o dos meses no representarán problema alguno. A lo largo del recorrido nos encontramos varias caras conocidas e incluso el panda de WWF México.
Una vez que lo terminamos decidimos que ya era hora de comer, así que trazamos la ruta para llegar a Coyoacán, parecía en verdad fácil y sin problemas: Millet, Porfirio Díaz, Pilares, Av. Coyoacán hasta llegar a Viveros y de ahí a Franciso Sosa. Lamentablemente existe en nuestra caótica y querida ciudad algunos automovilistas que se encuentra frustrados y que desconocen el Reglamento de Tránsito Metropolitano, un par de ellos nos armaron bronca por circular en la calle, al final desistimos de la bronca cuando vimos que mientras el señor conductor se enojaba y gritaba dentro del coche mientras manoteaba, la esposa nos sonreía y nos decía «bien» con el pulgar derecho hacia arriba. Ahí vimos que en realidad el señor estaba amargado y que no era una bronca con nosotros sino que más bien sólo quería pelear con quien estuviera enfrente.
Ya en la casa de Cultura de Cultura sobre Francisco Sosa había un mar de gente, verdaderamente estaba lleno y era difícil pasar, así que decidimos estacionar nuestras bicicletas en un biciestacionamiento de una pastelería muy famosa La Tarta , que muy amablemente nos dieron permiso, fue lindo ver tantas bicis estacionadas ahí, ya que cada vez que pasaba por el lugar el estacionamiento estaba vacío.
La Feria del Vino y el Queso fue un primer evento en la Ciudad de México para mostrarle a la sociedad que lo gourmet no es tan caro como la gente piensa, como todo tuvo ciertas fallas, pero esperamos que los organizadores las hayan detectado para que en posteriores años no ocurran. Fue bueno que se permitiera la entrada sólo con el pre-registro, lo malo es que el lugar quedó pequeño para los expositores y para la gente que caminaba y degustaba. Había que hacer en algunos momentos triple fila para tratar de escuchar al sommelier que indicaba la técnica para catar vino, había muy buenos stands con tapas y queso que estaba a un precio adecuado, sin embargo había algunos otros que la relación producto-precio no era óptimo. Dentro de todo fue una buena experiencia y una buena propuesta el querer acercar estos productos y distintos tipos de vinos a la gente por 20-40 pesos la copa.
Varios de nosotros nos dimos cuenta que la Feria sólo era un lugar para degustar y «abrir el hambre». Así que después de hora y media salimos por nuestras bicicletas y propusimos rodar hacia un lugar pequeño pero muy bueno ahí mismo en Coyoacán: La Barraca Valenciana. Es un restaurante que podría pasar desapercibido para muchos, ya que se encuentra en un lugar bastante discreto, sin embargo los que lo conocen saben lo que vale. Entre semana lo pueden ver a reventar a la hora de la comida, ya que es una buena opción para muchas personas que trabajan por la zona, en la tarde noche por algunas parejas o amigos que se reúnen a tomar una buena copa de vino o cerveza artesanal. Los fines de semana se llena de familias y visitantes de Coyoacán, pueden esperar muchos tiempo por mesa y no desesperar porque saben que se verán recompensados.
Afortunadamente llegamos en buen momento, una mesa grande estaba a punto de salir, La Barraca Valenciana desde que nos anotamos y esperábamos nos recibió bastante bien mediante Twitter, eso nos emocionó bastante. Ya adentro la atención es inmejorable, uno puede encontrar al chef Jose Miguel García, chef y propietario del lugar, atendiendo y revisando que todos los comensales tengan un buen recibimiento. Sin esperarlo, el mesero nos comunicó que nos darían a todos una sopa de lentejas, cortesía de la casa; agradecidos con este recibimiento y después de probarla, sabemos que es un «most» para ordenar la próxima vez que vayamos, comprobamos que los platillos más sencillos pueden ser también los más sabrosos. Después cada uno pidió lo que son clásicos de la casa, las distintas variedades de torta con mucho sabor español, dado que vienen elaboradas con: chorizo, bacalao, jamón serrano, morcilla, calamares, etc. Además es importante decir que el lugar tiene cervezas artesanales, que obviamente se complementan mucho mejor con los sabores de los platillos del lugar, porque además de tortas tienen tapas, paella los domingos y otras recetas de influencia ibérica.
Si un día quieren comer sin pretensiones pero con calidad en Coyoacán, pasen a La Barraca Valenciana, seguramente reunirá sus expectativas: comida rica, cervezas artesanales, buen ambiente, excelente trato y un buen precio.
Realmente recomendamos llegar en bicicleta, nos imaginamos el tiempo que estaríamos perdiendo y dando vueltas por todo Coyoacán buscando un lugar libre para dejar el automóvil, pagarle al franelero y tener que caminar varias cuadras porque la zona más cercana al Centro de Coyoacán se llena rápidamente. En cambio nosotros simplemente llegamos, juntamos nuestras bicicletas a un poste, nos anotamos para una mesa, regresamos a encadenar y dejar preparadas las bicis y entramos en cuanto se desocupó, sin el estrés de tener que encontrar lugar para estacionar.
¡Profundo agradecimiento a La Barraca Valenciana! Por supuesto que volveremos.