Rodando la Ruta de la Seda

Tal como el nombre de este post lo indica, el domingo 9 de Septiembre realizamos la ruta de la seda, o al menos la rodada que nos llevaría a la parada gourmet del día «La Ruta de la Seda«, la histórica ruta no era una camino fácil de transitar, pero el trayecto valía mucho la pena por lo que se obtenía. Nuestra ruta de la seda fue también larga en esta ocasión, ya que salimos del cuartel de BiciGourmet, en Pilares y Pestalozzi rumbo al Bosque de Tlalpan, bajamos de las bicis y nos fuimos corriendo por la montaña por caminos que sólo los navegantes experimentados conocen, bordeando Six Flags, bajando de regreso por nuestro transporte y de ahí hacia Coyoacán hacia esta linda cafetería.

Esta fue una rodada distinta a las que normalmente organizamos en BiciGourmet, ya que existen varios corredores dentro del grupo y habían manifestado su interés de repetir la rodada hacia el Bosque de Tlalpan que tuvimos el 1 de Julio. Nos citamos muy temprano y poco a poco fueron llegando caras conocidas, pero también algunas nuevas, entre ellas una que ese día estaba estrenando su flamante bici de ruta por la ciudad, así que teníamos una agradable misión: ayudar a que se sintieran seguras rodando por el tráfico de la ciudad.

Nuestras bicis estacionadas en el Bosque de Tlalpan

Circulamos todo Avenida Universidad, llegamos a CU y nos metimos por el circuito escolar y el cultural para incorporarnos a Insurgentes Sur a la altura del Centro Cultural Universitario, llegamos al Bosque de Tlalpan, estacionamos las bicis en el estacionamiento diseñado para ellas, calentamos tobillos, rodillas, muslos, etc y nos dividimos en tres equipos: los que estarían recorriendo caminando el Bosque porque no podían correr, los que corrieron a ritmo tranquilo porque estaban recuperando la condición y los que le pisaron al acelerador por la montaña.

Como siempre, el Bosque de Tlalpan es una experiencia agradable , lleno de vida, familias ejercitándose, gente de todas las edades y todos los niveles corriendo, muchos colores por la lluvia del día anterior. Una vez que terminamos, regresamos por nuestras bicis y vimos que Ralphouse acababa de llegar, porque aunque no quería correr, sí quería comer con nosotros.

Nada más bello que el Bosque de Tlalpan en esta ciudad.

Bajamos por Insurgentes, volvimos a cortar por CU para llegar a la Patisserie que se encuentra en la calle de Aurora esquina con Pino, en un rinconcito de Coyocán muy tranquilo. Una pequeña cafetería que abrió hace cinco años y que cada vez crece más en la preferencia de la gente, esperamos por nuestra mesa, ya que es tan bueno el lugar y con tan pocas mesas, que siempre hay lista de espera. El lugar es excelente y aunque lamentablemente la chica encargada ese domingo no tenía la mejor actitud (esto fue algo extraño ya que conocemos el lugar, su filosofía y atención que nos sorprendió, aunque claro está es un ser humano e igual y estaba pasando por un mal día). Afortunadamente nuestra mesera tuvo una atención completamente distinta, muy amable, solícita, activa y siempre con una buena cara, en sí una atención de lujo para disfrutar de nuestra comida.

Nuestro biciestacionamiento en La Ruta de la Seda, un muy rico lugar en Coyoacán.

Después de los kilómetros rodados y corridos, además del tiempo de espera, en cuanto nos sentamos a la mesa vimos el platillo que estaban comiendo en la mesa de al lado y todos pensamos y dijimos lo mismo: «yo quiero uno de esos», era el desayuno de la casa, una rebanada de pan tostado (obviamente un pan de caja de calidad, no el del osito), jamón y huevo estrellado acompañado de frijoles con queso; un platillo muy sencillo pero delicioso que nos dejó más que satisfechos. Pero no podíamos evitar la fama del lugar por su repostería, así que todos pedimos algo: volteado de moras la mayoría y algunos pidieron variedades de pastel, brownie y mousse de chocolate, todos ellos valían mucho la pena y al final terminó en una degustación, ya que todos nos compartíamos para poder probar un poco de cada uno de los postres, muy bien maridados con la taza de café orgánico que tienen.

Al terminar todos estábamos completamente satisfechos, y un poco preguntándonos cómo íbamos a poder pedalear de regreso, eso sí con una gran sonrisa y lamiendo nuestros bigotes buscando migajas de los deliciosos postres que acabábamos de comer.
Queremos agradecer a La Ruta de la Seda por haber logrado que los bicigourmeteros que nos acompañaron (muchos habían pasado por ahí pero no se habían detenido a comer) terminaron diciendo al unísono: «estuvo delicioso».

Sería un error no pedir algo de la repostería

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